Recién llegada de Inglaterra, después de vivir allí 11 años, Silvia Román tomó la decisión de instalarse en España. Había regresado con su marido Andy, de nacionalidad británica, y juntos comenzaron a pensar en la posibilidad de crear su propia empresa. «No queríamos trabajar para nadie, mi pareja era profesor de inglés y yo había terminado mi carrera allí, así que abrir una academia de inglés era la mejor opción», explica Silvia. «Tratamos de saber qué se hacía en otros centros similares, por eso lo primero fue estudiar a la competencia».

English Learning Academy no tardó mucho en ver la luz. Con la pretensión de ofrecer algo diferente, un método de enseñanza que iba más allá de la manera tradicional a la que estaban acostumbradas las academias españolas, Silvia, Andy y Lidia se convirtieron en socios en octubre del año pasado. Un estudio de mercado les descubrió la localidad madrileña de Rivas Vaciamadrid, con poca competencia en el sector y muchos jóvenes, dos premisas que les impulsaron a ubicar allí su escuela. «No conocíamos el municipio pero apostamos por él», comentan.

Cursos para emprendedores

El primer paso que dieron fue acudir al ayuntamiento, donde les informaron de las distintas opciones que había para poner en marcha un negocio. La Cámara de Comercio, a través de la Ventanilla Única, les aconsejó la realización de un curso para nuevos empresarios del Instituto Madrileño de Desarrollo (IMADE). «Gracias al plan de negocio realizado en el curso se demostró que el proyecto era viable», nos cuenta Silvia.

Alvalmadrid fue el siguiente paso.

Al no contar con liquidez suficiente, la entidad financiera les ayudó a tramitar el aval que necesitaban. El hecho de que dos de los socios fueran mujeres les ayudó mucho. Silvia sabía, además, que por estar en paro la Comunidad de Madrid ofrecía otras ayudas, «aunque éstas todavía no han llegado», confiesa.

Clases al estilo británico

En English Learning Academy no se admite otro idioma que no sea el inglés, como demuestra su propio nombre. «Desde el primer momento decidimos que las clases se iban a impartir íntegramente en inglés, de hecho todas las personas que trabajan en la academia lo hablan», asegura Silvia.

El equipo está formado por tres profesores y una recepcionista, que se encarga de dar la bienvenida a los alumnos en el nuevo idioma «para que estén en contacto con él desde el primer momento y el máximo tiempo posible». La mayoría son niños a partir de seis años, pero al centro también acuden adultos de todas las edades.

Las clases, de algo más de una hora, no superan los diez alumnos y combinan el temario al uso con los métodos audiovisuales, de forma que resulten más amenas. Para Silvia y sus socios la expresión oral es fundamental e intentan dar la misma importancia a los exámenes escritos que a la conversación. Por si dos días a la semana no fueran suficientes, los viernes por la tarde la academia permanece abierta para ofrecer clases de apoyo. Los estudiantes tienen a su disposición, además, una biblioteca con material didáctico en inglés que permanece abierta fuera del horario de clase. Allí pueden consultar libros, vídeos, DVD e incluso internet.

Proyectos de futuro

En su primer año, la academia ha realizado 130 matrículas, pero esperan poder llenar pronto las cuatro aulas y albergar a más de 300 alumnos. También tienen la intención de impartir cursos a empresas durante las mañanas, aprovechando la escasa actividad que se genera en esta franja del día, y organizar campamentos de verano para que los niños practiquen el idioma y no pierdan los conocimientos adquiridos durante el curso. Esta iniciativa ya ésta en marcha. La apertura de nuevos centros en otros municipios de Madrid tratará de consolidar la empresa en un futuro.

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