Miquel Bonet, Director del Programa de Competencias de la Universitat de Barcelona iL3

No se preocupe, esta vez la culpa no la tienen los bancos, ni las subprimes, ni la crisis dichosa; simplemente unos señores que se dedican a darle patadas a un balón y a hacer bien su trabajo, acaban de coronarse como la excelencia, o sea los mejores del mundo y eso no es un milagro, si no más bien la convergencia de dos factores: tener un buen trabajo para hacer y hacerlo lo mejor posible, no hay más.

Me comentan que el caso de “Guardiola y el Barça” se va a estudiar en las escuelas de negocio IESE, Harvard y otras, va bien, porque acercar al espacio de la formación, los éxitos destacables del día a día nos sirven a los docentes para validar lo que explicamos de forma teórica y así mantenemos la motivación de nuestros alumnos avanzados y también, constituye un incentivo para nuevas generaciones.

Pocas veces, lo que trazas en un papel, como el “plan perfecto” llega a culminar en la perfección como en este experimento de trabajo igual a éxito absoluto, porque ya se sabe, las circunstancias, las personas, las directrices y a veces, las condiciones del entorno, modifican el producto final, pero esta vez, no ha sido así y ha salido la ecuación perfecta.

Ya se habla del secreto de Guardiola, que si la cantera de “la Masia”, o sea el resultado de una buena “selección”, que si la marca o el branding, con lo que cuesta en las empresas atraer, desarrollar y fidelizar talento, o ¿es cosa del líder? Pues no sé si hay muchos directivos, humildes, austeros, que escuchan a la gente y además son buenos técnicos, que han sido obreros antes que capataces y encima “románticos” y casi poetas del fútbol, que consiguen la excelencia, ¿o será la casualidad? Hay otros líderes que fundamentan su autoridad en la exigencia, gestionar el amor propio de un grupo de mercenarios, buenos profesionales, eso sí, pero todo, a costa del resultado y quejarse mucho, ¡ay si los envidiosos cambiaran envidia por admiración!, todo sería más fluido y además podrían aprender algo de los errores.

¿El secreto? Te lo voy a contar porque conozco a mis paisanos y los que nacimos a la sombra de la montaña sagrada, lugar telúrico por excelencia, sin dejar de creer en vírgenes y druidas, confiamos, aún más, en el secreto del esfuerzo, en hacer las cosas bien para que salgan mejor, en respetar a los demás, ayudándoles a que descubran lo mejor de sí mismos y que un equipo no es más que una rondalla, en la que la gente se da la mano, mientras baila rondando un objetivo común. El secreto de Guardiola es que no hay secreto, sólo trabajo, mira por dónde.

Una vez me contó un amigo, hoy mago de los fogones, que el secreto de la cocina bien hecha consistía en contar con buenos ingredientes y manejar la cocción, eso y mucho amor por lo que haces, incluso pasión creativa y al final todo sale; eso lo hacen bien nuestras pymes y buenos profesionales y lo hacen fatal los políticos que viven a 4 años vista, pensando en la elecciones y también los que aplican esta gestión cíclica del corto plazo para sacar su “pelotazo”. Por eso los gobernantes del país, sintiéndose nuevos profetas del keynesianismo y con un realismo Disney-dantesco, en su complacencia, pasó de fanfarronear como supuesta 8.ª economía del mundo, a los 4,5 millones de parados, de regalar 1.500 euros a cada español, a suprimir cualquier ayuda para subsistir; puede que la vida no sea lo mismo que el fútbol;
pero como decía Sócrates, se conoce más a una persona”jugando” un dia con él, que en toda una vida; por tanto, si crees que lo que haces no va a ningún sitio, más vale que te “reinventes” y cambies tu actitud, porque para cavar mal, es mejor que no empieces; pero si lo haces, hazlo a gusto y si no, quédate en casa y no entorpezcas.

© Laboris
10-6-2011