Miquel Bonet, profesor y abogado

¿Se acuerdan del milagro español del siglo XXI? Sí hombre, cuando España se creía potencia mundial, crecía más que otro país en Europa y construíamos tres veces más casas que nuestros vecinos alemanes y franceses, más o menos como en el sueño que describió el profeta Daniel al buen Nabucodonosor, salvando el pellejo por eso.

Se trata de aquella historia, que los de mi generación estudiamos en el antiguo testamento (Daniel VII: 24-25) y que para resumir, diré que iba de un gigante de hierro, con pies de barro, ay de mí y con las lluvias que cayeron se derritió, en forma de las subprimes, bolas de nieve y otras utopías en forma de codicia financiera, que permitieron que se enriquecieran algunos, los de siempre y que se hipotecara medio país, pagando una plusvalía de hasta un 50% por casas que valían la mitad, cuyas consecuencias ahí se han quedado, inmigrantes exhaustos y decepcionados, abandono de estudios de los jóvenes para peonar en la construcción y créditos de hasta el 110% de la garantía, todo eso, sumado a la recesión mundial nos han llevado a eso.

¿Crisis? Pero ¿de qué estamos hablando? Esto no es una crisis, sino una tragedia real, un cambio de sistema y de valores, la gente está indignada, pero no sólo porque no tiene trabajo, ni casa, ni dinero, sino porque se siente engañada por aquellos en los que confiaba, porque se siente manipulada por unos medios siempre al dictado del caciquismo de turno, porque estamos rodeados de gurús y demasiados economistas que quieren jugar al tarot, pero que no saben nada de la realidad que les envuelve, más allá de cifras y teorías que quizás sirvieron en otro tiempo pero que ahora no valen para nada, ya que del pozo se sale sólo con esfuerzo, o dicho de otra forma «para sacar petróleo, hay que perforar» o sea, «mojarse el culo».

Todo es mucho más simple, sólo hay que entender un poco la naturaleza, cuando siembras un árbol de plástico, no esperes que germine nada nuevo, si quieres flores, serán de plástico y sólo verás lo que pones, pero nada nuevo brotará por sí mismo. Vivimos en un país que no sabe dónde va, sin madurar en las reformas básicas, educación, justicia o laboral, que ningún gobierno acometió, especialmente cuando podía, con políticos mediocres y a remolque de las estadísticas y las elecciones.

Educar no consiste en traspasar conocimiento, sino facilitar las bases para que cada uno lo adquiera, el puesto de trabajo no se defiende con años de permanencia sino aportando valor, siendo competitivos y conjuntamente con el empresario, un funcionario no es el resultado de una oposición, sino alguien con vocación de emplear su talento al servicio de la comunidad y las cosas no tienen mayor precio que el valor que les damos.

Menos mal que no hay 5 millones de parados, si no estaríamos en guerra civil; pero el remedio contra el fraude y la bicoca de las subvenciones o los cargos duplicados es la confianza en un sistema y en la gente que lo lleva a cabo; si hay que ayudar a alguien debe ser a los emprendedores, para que puedan ser más y mejores, apoyando innovaciones, búsqueda de nuevos mercados, facilitar la contratación de gente senior, con talento o educar en la alternancia, como la Ley 2002 – «Le bilan de compétences» (Francia) con 400.000 estudiantes que alternan sus estudios con un trabajo en la empresa: esto sí que forma parte del camino y es uno de los auténticos puentes para cruzar el río Paro, tomen nota si quieren.

© Laboris
24-11-2011