Miquel Bonet, Director del Programa de Competencias de la Universitat de Barcelona iL3

Les votamos y ahí están, sentados en sus poltronas, con su coche oficial, con sus impuestos rebajados, con sus pensiones de por vida: bastan 7 años de cotización para un diputado y «sólo» jurar el cargo para un ministro. Hace poco más de un año, éramos el ombligo del mundo ¿os acordáis? Que si novena economía del mundo, el G-20, regalos de 400€, incluso para consejeros de bancos, PER vitalicio, subvencionando sectores deficitarios (minería, agrario, prejubilaciones a los 50 años, etc) y construyendo más pisos que Alemania, Francia e Inglaterra juntos.

Hoy somos uno de los PIGS (cerdos) junto a Irlanda o Italia (para los anglos), Grecia y Portugal, aunque todos los demás se han espabilado, con medidas de coherencia como gravar impuestos indirectos y pensiones altas, reducir el gasto público evitando la ostentación y, lo más importante, con un pacto entre todos los partidos y hablando mucho, porque no «toca» discutir, sino hacer.

Aquí, somos diferentes, subvencionamos a financieros y sindicatos, sin reforma financiera, ni laboral, pero ¿es que no saben que eliminando la causa se soluciona el problema? Parece que no, aquí lo arreglaremos (?), reduciendo un 5% de salario a los mileuristas funcionarios, penalizando a pensionistas, a las futuras madres, a la ayuda al desarrollo, a los empleadores que son los empresarios y con planes E ¿eso qué es?

Con miles de asesores viviendo del momio, ni una idea coherente y de valores, qué les voy a decir. Somos un país en el que la gente honrada y que paga impuestos es más vulnerable que el resto de mortales, seguimos arrastrando un grave problema judicial con cientos de miles de sentencias por dictar, con excesos de funcionarios en demasiadas autonomías y con políticos de limitada preparación para tomar decisiones.

Otros valores como el derecho a trabajar, a la propiedad privada, a la autodefensa, al premio por el esfuerzo, el principio de autoridad, el respeto a los mayores; todo eso se ha perdido. Yo creo que la gente es buena, pero está «cabreada» con lo que sucede a su alrededor y se aferra al individualismo, al egoísmo y la inmediatez, porque cuando los líderes no tienen valores, a nadie inspiran confianza y cada uno va a lo suyo.

No hay tolerancia, ni siquiera con el vecino, no se invierte en innovación que sería construir riqueza a medio plazo y la gente vive sorteando esta crisis, que ya está durando demasiado, pero lo peor es que no hay confianza ni siquiera en el sistema y así es difícil avanzar. Todo el mundo recela unos de otros y así llegamos al verano y como el buen tiempo provoca el ocio y la pereza, todo se seguirá atrasando hasta otoño.

Una prueba del divorcio y la desconfianza permanente de nuestra sociedad es el caso del Sr. Garzón, que salvaguardaba de alguna forma nuestra dignidad, demostrando que no siempre ganan los ricos y poderosos, que se puede perdonar, pero nunca se puede olvidar el sufrimiento y que no debería vivirse sin honor. En fin, no sé si nos merecemos los políticos que tenemos. Quizás hicimos algo muy gordo en el pasado, quizás nos fueron impuestas demasiadas cosas que ni siquiera comprendimos, como pasa con los matrimonios de conveniencia u obligados, y ya se sabe que sin «amor consentido» no puede haber felicidad.

© Laboris
18-6-2010