La Enciclopedia de Salud y Seguridad en el Trabajo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) distingue entre las enfermedades provocadas por el trabajo (enfermedades profesionales) y las que se agravan por el mismo o que tienen una mayor incidencia debido a las condiciones laborales (es decir, las enfermedades relacionadas con el trabajo). «Cuando está claro que existe una relación fortuita entre una exposición profesional y una enfermedad específica, generalmente dicha enfermedad se considera profesional tanto desde el punto de vista médico como jurídico».

Alteraciones musculoesqueléticas, trastornos visuales, enfermedad traumatológica acumulativa, polución ambiental y estrés laboral son algunas de las principales manifestaciones de estos problemas profesionales. Según afirma la OIT, «el diseño y la función de los edificios modernos cerrados en relación con los sistemas de ventilación y con el equipo electrónico de oficina son motivo de preocupación. Los movimientos repetitivos continuos son, en gran medida, la causa de desgastes físicos y psicológicos. La exposición de los no fumadores a la polución del humo del tabaco tendrá que tenerse cada vez más en cuenta ahora que se han adoptado normas al respecto».

Según datos del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, del total de consultas médicas que demandaron los trabajadores durante el último año, el 24 por ciento estaba relacionado con daños derivados del trabajo. Del total de motivos de consulta médica, los más frecuentes fueron el dolor de espalda (20,4%) y el dolor del miembro superior o inferior (13,5%).

El Real Decreto 486/1997 establece las disposiciones mínimas de seguridad y salud en los lugares de trabajo. ?ste se complementa con el Real Decreto 488/1997 que ofrece datos relevantes en estos aspectos relacionados con las pantallas de visualización, teclados de ordenador, mesa de trabajo, silla, entorno de trabajo o iluminación.

Adaptarse al medio

En primer lugar, hay que dejar claro que es el puesto el que debe adaptarse a la persona y no al contrario. El empleado debe contar con el espacio suficiente para moverse y no verse obligado a adoptar posturas forzadas. Si, además, los objetos se distribuyen de una manera adecuada en la mesa de trabajo, se evitarán los posibles accidentes laborales. También el mobiliario debe posibilitar el cambio de postura.

Uno de los puntos que hay que controlar es el del entorno. En la mayoría de los casos, los trabajadores manejan documentos que se almacenan en un archivo, bien en forma de armario, cajones o bandejas. Cuando se sitúan en la propia mesa de trabajo, deben estar al alcance de la mano.

La iluminación es otro aspecto primordial. Lo más importante es que se eviten las barreras entre los usuarios y las fuentes de luz natural, para aprovechar ésta al máximo. Las ventanas no tienen que provocar reflejos en la pantalla.

Prevenir problemas

Ordenadores mal emplazados, pantallas muy altas o muy bajas, falta de espacio para apoyar las muñecas o reposar los brazos son los problemas más habituales a los que se enfrenta el trabajador cuando se sienta en su puesto de trabajo.

Una de las principales causas de las lesiones musculoesqueléticas es la pésima ubicación de la pantalla del ordenador, que obliga a la persona a adoptar posturas muy forzadas. Lo ideal es que el trabajador se coloque frente a la pantalla y no tenga que girar el cuello para mirarla.

La fatiga visual se previene colocando la pantalla, el teclado y los documentos a una distancia similar de los ojos. En el caso del monitor, la extensión óptima es de 55 centímetros. Para que el ojo mantenga una línea de visión óptima tiene que mantener unos 10 grados de inclinación hasta la pantalla, siendo el centro el punto de referencia. Además, el borde superior del monitor tiene que estar a la misma altura de los ojos.

Entre el teclado y el borde exterior de la mesa tiene que dejarse una distancia de 10 centímetros, en la que se puedan apoyar las muñecas. Y el teclado tiene que situarse frente al monitor, para evitar giros de cabeza.

La superficie de cualquier mesa de trabajo tiene que tener un mínimo de 160 centímetros de longitud y 80 de profundidad. Los colores claros o las maderas mates son las más adecuadas para la superficie de la mesa. La altura libre para las rodillas debajo de la mesa tiene que ser de 65 centímetros, la anchura mínima de 75 y la profundidad de 45.

Si importante es la mesa de trabajo, tanto o más lo es la silla. El lugar en el que un trabajador puede permanecer durante una media de ocho horas debe ser lo más adecuado posible a la persona que la ocupa. Para ello, lo mejor es apostar por las sillas ergonómicas, porque se adaptan a cada caso en particular.

Una silla ergonómica se adaptará a la complexión concreta de su usuario, así como a su actividad, de forma que permita mantener en todo momento la postura correcta. Para considerarla como tal tiene que contar con giro, movilidad y regulación de altura del asiento, el respaldo y el reposabrazos.

La espalda tiene que apoyarse correctamente en el respaldo, adoptando posturas erguidasque faciliten el apoyo del tronco, sobre todo de la zona lumbar. Por último, las sillas giratorias facilitan el movimiento por la zona de trabajo y también se apuesta por las bases de cinco patas y los reposabrazos.

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