Es el encargado de administrar los elementos comunes de los bienes inmuebles urbanos y rústicos propiedad de terceros, en base a las normas legales y sin más limitaciones que las que le imponen los titulares de los bienes.

Aunque su imagen es muchas veces poco valorada, sus funciones son importantes porque se convierte en gestor, gerente, asesor, mediador, secretario, economista y representante inmobiliario.

El administrador de fincas debe gestionar el patrimonio delegado en él con criterios profesionales, elaborando el presupuesto anual y determinando las cuotas que paga cada vecino.

Además, gestiona los cobros de los recibos relativos a la comunidad en forma de derramas, ya sea por servicios habituales o por obras o reparaciones extraordinarias. En este caso, él será quien vele porque se cumplan los trabajos, al igual que controlará directamente al personal contratado para el mantenimiento ordinario del inmueble (conserjes, jardineros, personal de limpieza…).

Además, este profesional tiene que reclamar los recibos impagados, para que las cuentas de la comunidad (que él mismo dirige mediante balances periódicos) no se resientan.

En su labor de salvaguardar esos intereses también debe evitar que se produzca la depreciación del valor de las viviendas por culpa de anomalías del edificio, así como elaborar presupuestos con el fin de lograr la mejor oferta en relación calidad- precio en el mantenimiento del inmueble.

Es el encargado de convocar las juntas de propietarios, en las que trata de resolver tanto los pequeños como los grandes problemas de forma rápida y eficaz y mediar entre propietarios, inquilinos y administraciones.

¿Qué formación necesita?

Para ejercer como administrador de fincas se debe poseer el título pertinente otorgado por el Ministerio de Fomento a través de dos canales. Pueden acceder a él de forma directa, con sólo solicitarlo, aquéllos que poseanel título universitario de licenciado en derecho, ciencias políticas, económicas, empresariales, veterinaria o ingeniería técnica agrícola, forestal o agrónoma.

En caso contrario, los interesados deberán superar el plan de estudios de la Escuela Oficial de Administradores de Fincas, autorizado por el Ministerio, cuya docencia imparten una docena de universidades españolas, en forma de título propio en cada una de ellas, con un mínimo de 180 créditos lectivos y que se desarrolla en tres años.

Al margen de la preparación inicial, los diversos colegios profesionales de las comunidades ofrecen a sus colegiados asesoramiento y formación continua en la novedades, sobre todo legales.

¿Qué perspectivas laborales tiene?

Más del 80% de las fincas españolas están sujetas al régimen de propiedad horizontal o en comunidad y, aunque alguno de los copropietarios puede ejercer de administrador de la misma, en la mayoría de esos casos la labor de gestión de la finca recae en manos de un profesional cualificado contratado para llevarla a cabo.

El administrador de fincas es un profesional libre, que actúa como autónomo a través de una consulta o asesoría que habitualmente también le permite realizar otras labores que elevan más sus importantes percepciones económicas: normalmente, los administradores de fincas realizan otros servicios inmobiliarios, como las valoraciones de inmuebles o peritaciones, el asesoramiento y la gestión e intermediación con los clientes y sus inquilinos o posibles compradores.

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