La búsqueda de empleo no siempre es fácil, sobre todo cuando éste tiene que estar relacionado con los estudios cursados. Por eso, además de hacerlo por tu cuenta, puedes recurrir a la propia universidad para buscar el empleo que más se adapte a tus necesidades. Ésta lo hará a través de los centros de orientación, información y empleo (COIE), aunque a este órgano también se le llama servicio de bolsa de trabajo, carreras profesionales u oficinas de orientación e inserción laboral.

Pero ¿en qué consiste un COIE? En términos generales, se podría decir que es el Inem de los estudiantes. Y es que se trata de una fórmula importada de Estados Unidos creada en los años 60 para facilitar el acceso de los universitarios al mercado de trabajo. Su éxito no tardó en hacerse notar y hoy en día todos los centros universitarios públicos del Estado cuentan con COIE.

Servicios para dar y tomar

Para poder beneficiarse de los servicios que ofrecen los centros de orientación, información y empleo, es imprescindible inscribirse previamente en su base de datos. Para ello, tan sólo hace falta el expediente académico, una fotografía y un currículo actualizado.

A partir de ese momento, el estudiante tiene a su disposición servicios de orientación profesional, cursos de técnicas de empleo, cursos de especialización y postgrado, becas e, incluso, información general sobre la preparación de currículos, cartas de presentación o entrevistas, entre muchos otros.

A ello se suma, además, la posibilidad de encontrar prácticas relativas a los estudios cursados en empresas del sector. Para este fin, los centros trabajan en colaboración con empresas españolas para las que hacen de intermediarios con el fin de encontrar becarios o empleados en prácticas.

¿Sabes lo qué hace un COIE?

  • Facilita la autoconsulta, ya que permite acceder a la información que interesa al estudiante a través de pantallas de consulta directa, permitiendo que esté al día en cuanto a carrera, becas, etc.
  • Orienta. Proporciona asesoramiento profesional a estudiantes y titulados.
  • Intermedia con empresas para preseleccionar personal y facilitar prácticas.
  • Ofrece cursos de formación para titulados desempleados.
  • Proporciona información sobre perfiles y sus posibilidades de adecuación en el mundo laboral a través de estudios de mercado.

Un empleo con premio

La presentación a concursos es un valor añadido al currículo del estudiante y constituye un paso más para acercarle al mundo laboral.

Los estudios universitarios constituyen una buena base para dar con un empleo, pero no una garantía. La especialización y la competencia han hecho que cada vez sean más los complementos que han de acompañar a la carrera. Idiomas, informática, y cursos de especialización son, en este caso, los valores añadidos más habituales.

No obstante, y aunque aún sean poco conocidos, la asistencia a premios y concursos que convocan a estudiantes constituye un importante elemento diferenciador en el currículo del estudiante. Se trata, en definitiva, de convocatorias que hacen determinadas empresas para acercarse al mundo académico y entrar en contacto con estudiantes con ganas de trabajar que les aporten nuevas ideas.

Todo son ventajas

Además de ser un valor añadido, presentarse a premios y concursos proporciona al estudiante más de un beneficio, incluso si no se gana, pues con ellos se adquiere experiencia práctica y, en su caso, de trabajo en equipo que será muy útil para un futuro. Por no hablar de lo que aporta si se gana, ya que a lo anterior habría que sumar el dinero en metálico que se obtiene o los programas master o de postgrado y becas de prácticas en empresas de lujo que proporcionan otros.

Además, el simple hecho de indicar en el currículo la asistencia a un premio puede abrir muchas puertas al estudiante, ya que se trata de un valor que se tiene en cuenta a la hora de elegir un candidato. Del mismo modo, si el interesado está desarrollando un proyecto de fin de carrera y lo presenta a un concurso, tendrá la oportunidad de que un jurado lo evalúe y le asesore al respecto.

No obstante, no sólo los estudiantes se pueden beneficiar de los premios. También lo hacen las empresas, pues supone una oportunidad de poder hacerse con una cantera de talentos a los que recurrir cuando, en el futuro, necesiten contratar más personal.

Tres modalidades

El tipo de convocatoria define la modalidad del premio. De este modo, los generalistas son los que se dirigen a universitarios de cualquier carrera, que deberán presentar un proyecto relacionado con los estudios que estén cursando.

Por su parte, a los premios y concursos especializados sólo pueden presentarse los estudiantes de una determinada carrera o especialidad, mientras que los simulacros de empresa tienen que ver con una compañía o uno de sus departamentos, a los que se les aplica una especie de juego informático.

En este último caso, los participantes deberán conseguir una serie de objetivos establecidos, entre los que puede encontrarse incluso el diseño de la expansión internacional de la propia entidad.

¿Quieres seguir formándote?

El doctorado permite seguir en contacto con el mundo universitario.

Los que cuentan con algún título de Licenciado, Arquitecto, Ingeniero o similar y quieran seguir en contacto con la universidad pueden hacerlo a través del doctorado. Se trata de una forma de dedicarse durante, al menos, dos años más a formarse para luego iniciar una investigación que suele tener una duración media de cuatro años. Después comenzaría la fase de preparación de la tesis doctoral, para lo que se emplean otros dos años más, y terminar con su defensa oral ante un tribunal.

Es decir, es una forma de preparación de profesionales con una alta cualificación para los que las universidades también ofrecen servicios de orientación laboral. Investigar y dar clase en la universidad son, en este caso, las salidas más comunes entre los doctores. No obstante, también es la más conflictiva, pues los recursos que el país dedica a la investigación y plazas docentes son pocos. Y es que haber realizado un doctorado no garantiza un puesto de trabajo. Se trata, en definitiva, de un valor añadido.

Relación laboral

Respecto a la relación laboral que pueden mantener los estudiantes que opten por el doctorado, el contrato de becario investigador proporciona un sueldo de entre 800 y 900 euros, con una duración de cuatro años. El salario de un contratado como investigador es algo mayor, aunque acceder a él es más complicado. Y es que no sólo depende de la especialidad elegida y los contactos hechos en la universidad, sino también de la valía personal de cada estudiante.

Usa tu ‘networking’

Echar mano de tus contactos puede abrir las puertas del puesto de trabajo que buscas.

Entre los métodos de búsqueda de empleo se encuentra también el llamado ‘networking’. Es decir, el contacto con otras personas que tengan información relativa a un campo o puesto de trabajo determinado.

Se trata, en definitiva, de explotar al máximo tu agenda de contactos. Y para ello, nada mejor que hacer una lista, en la que deberás incluir no sólo a compañeros de estudios o conocidos, sino también a familiares y amigos que puedan ayudarte a dar con el empleo que buscas.

Siempre a mano

Esta lista será sólo el principio de toda una red de contactos, pues si la conservas comprobarás cómo, poco a poco, va engordando. Consérvala siempre ya que nunca se sabe cuándo tendrás que volver a echar mano de ella. La mejor forma de mantener vivo tu ‘networking’ es estar en comunicación continua con tus contactos, sea por teléfono, sea por correo electrónico o convencional. Esta comunicación servirá para dejarles claro los puestos que más te interesan, las metas que quieres alcanzar a lo largo de tu vida laboral y tus nuevas expectativas.

En este sentido, es importante comunicar a tus contactos tu interés por avanzar profesionalmente. De este modo, tendrán en cuenta tu predisposición a la hora de pensar en alguien para cubrir un puesto de trabajo.

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