La franquicia, que empezó a desarrollarse con fuerza en nuestro país en la década de los 90, ha superado ya su fase de «crecimiento compulsivo» y se ha consolidado como un sector maduro. Uno de los cambios que ha traído consigo esa madurez es la b?squeda de un perfil distinto de franquiciado, que beneficia a las personas en paro y a una determinada franja de los profesionales en activo interesados en abrir un negocio propio.

Durante algunos años, las centrales de franquicia se interesaron especialmente por los inversores para confiarles la apertura de establecimientos franquiciados y así crecer por toda España, pero con el tiempo se han dado cuenta de que ese perfil no siempre es el idóneo, pues las tiendas funcionan mejor si tienen al frente a su dueño, es decir, el propio franquiciado, en lugar de a un empleado que trabaje para un inversor al que a veces apenas conocen.

Por ello, en el sector de la franquicia cada vez funciona mejor el autoempleo, sobre todo de personas prejubiladas o que han sido despedidas y destinan la indemnización recibida a poner en marcha un negocio que les ofrezca ciertas garantías de éxito.

También es frecuente la entrada en el sector de personas en activo con salarios medios o medios-bajos que deciden destinar sus ahorros a poner en marcha un negocio con el que ganarse mejor la vida.

Eso está siendo posible ya que la inversión necesaria para abrir un establecimiento franquiciado se encuentra cada vez al alcance de más personas, por lo que el emprendedor puede empezar con un pequeño capital y financiar el resto.

De hecho, «el 75% de las enseñas requieren inversiones por debajo de los 120.000 euros», explica José Aragonés, director general de la oficina de Tormo & Asociados en Barcelona. Aun así, hay que leer la letra pequeña, ya que «esa cifra a veces no incluye gastos de constitución, tesorería inicial, publicidad, etc., que a la hora de la verdad hay que cubrir», añade Aragonés.

Sin embargo, también asegura que actualmente a los franquiciadores les preocupa mucho más «crecer en facturación que en unidades de negocio», por lo que «no se arriesgan a conceder franquicias a personas que puedan tener tensiones de liquidez». Si estiman que eso puede llegar a suceder, desaconsejan al aspirante a franquiciado que entre en el negocio o bien buscan fórmulas para ayudarle a superar sus limitaciones financieras.

Una alternativa consolidada

Seg?n el Informe 2005 de la consultora Tormo & Asociados sobre la Situación Actual de la Franquicia, en España funcionan 812 redes de franquicia, casi un 10% más que en 2004, que el año pasado facturaron 16.058 millones de euros y la mayoría tiene su central en Madrid (249) y Barcelona (235).

Aunque el porcentaje de crecimiento es significativo, no es comparable al de años anteriores (en 2001 creció más de un 25%). Sin embargo, las enseñas que operan en el mercado tienen cada vez un mayor n?mero de establecimientos (el 43% de las centrales cuenta con más de 25), lo que significa que el sector se está consolidando. En parte es debido al rigor en la selección de franquiciados y al apoyo que se les presta una vez han entrado en la enseña.

«La franquicia se ha profesionalizado», asegura José Aragonés, y las centrales cada vez ofrecen más servicios a sus franquiciados en áreas como gestión, formación, seguimiento del negocio, asesoramiento, etc. Tal es el grado de madurez de la franquicia que la consultora Tormo & Asociados ha elaborado un borrador sobre los criterios de calidad que debería cumplir una central con el objetivo de que una entidad certificadora los avale y puedan ser utilizados en el sector como garantía de profesionalidad.

Eduardo A. Tormo, director general de Tormo & Asociados, asegura que «muchas de las nuevas franquicias que aparecen nacen con solidez tras la implantación de criterios de calidad, que se ven reforzados con el inminente Certificado de Calidad para centrales de franquicia».

En lo que se refiere al n?mero de establecimientos franquiciados, seg?n los datos de Tormo la cifra en España es de 58.321. De ellos, cerca del 80% son establecimientos franquiciados, mientras que el resto forma parte de las unidades de negocio propias de las redes.

Por sectores, los servicios agrupan al mayor n?mero de enseñas (294) y establecimientos (26.424), y por subsectores, hostelería y restauración, con 123 redes y 7.218 establecimientos, contin?an a la cabeza como en años anteriores. Le sigue el sector de la moda, aunque a cierta distancia, con un total de 4.561 establecimientos que forman parte de 116 redes.

El comercio asociado, otra opción de negocio

Cuando la franquicia empezó a introducirse en España era un modelo de negocio poco conocido en nuestro país, por lo que durante un tiempo coexistió con otras fórmulas empresariales sin que se delimitaran claramente las diferencias entre unas y otras.

Con el paso de los años, los propios franquiciadores y en general todos los «actores» del sector se han preocupado por definir qué es y qué no es franquicia a fin de evitar confusiones. «En general», explica José Aragonés, director de la oficina de Barcelona de la consultora Tormo & Asociados, para que un negocio sea considerado franquicia «debe disponer de una central con una cierta estructura y proporcionar un know-how al franquiciado a través de servicios de gestión, dirección de operaciones, formación, etc. a los que se destinen recursos adecuados».

El resto de fórmulas que no son franquicia suelen ser acuerdos de comercio asociado. Se caracterizan porque los derechos y obligaciones entre las partes no son tan estrictos como en la franquicia, aunque tampoco se ofrecen las ventajas de aquélla, y porque no suele existir una inversión inicial y un pago de royalties por parte del franquiciador.

Seg?n la consultora Tormo & Asociados, los requisitos mínimos que debería reunir una nueva franquicia para ser considerada como tal son ofrecer un concepto de negocio con un claro valor diferencial y demostrada rentabilidad; información precontractual seg?n los requerimientos establecidos en el artículo 62 de la Ley de Comercio Minorista; saber hacer estructurado y claramente transmisible; cuentas de explotación fundamentadas; un plan de inversiones detallado; un contrato de franquicia equilibrado; planificación estratégica de la central; proyecciones de negocio a medio plazo y recursos en consonancia;capacidad de liderazgo y adecuado talante directivo; revisión de las capacidades estructurales; fortaleza financiera adecuada; vocación de franquiciar y medios para ello; conocimiento y preparación demostrable; planes de formación, y una consistente estructura de asistencia.

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