La fuga de cerebros al extranjero sigue siendo una constante en España. Pero no es de extrañar: los científicos españoles trabajan mucho mejor fuera de nuestras fronteras que aquí. Así se desprende del informe Innovacef 2008, estudio de periodicidad anual que tiene como objetivo conocer en profundidad la situación general de los jóvenes investigadores españoles, prestar apoyo a sus demandas y necesidades y contribuir a mejorar el sistema de I+D+i nacional.

El documento, realizado por el Centro de Estudios Financieros (CEF) y la Federación de Jóvenes Investigadores/Precarios, ha contado en esta tercera edición con la colaboración del Sistema Español de Comunicación para Investigadores en el Exterior (RedIEX), dependiente del Ministerio de Educación y Ciencia. Gracias a ello, se ha podido conocer la situación de nuestros investigadores en el extranjero que mejora, notablemente, la que viven en España.

«El hecho de ampliar el índice a nuestro científicos en el extranjero nos ha permitido comparar el grado de confianza entre ambos colectivos, conocer los aspectos en los que surgen las principales diferencias y el tamaño de las mismas, poner de manifiesto de qué son capaces los científicos españoles cuando trabajan en las mismas condiciones que sus homólogos de otros países y constatar el alto incentivo que tienen los españoles a marcharse al extranjero y sus escasas posibilidades de regresar», explica el coordinador de estudios de investigación del CEF y principal impulsor de Innovacef, Pedro Aceituno. «Todo ello reconociendo la importancia de que se formen y trabajen en entornos exteriores competitivos, pero también tratando de contribuir a que se impulsen las medidas necesarias para su retorno».

Suspenso en confianza

Según las últimas cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), España cuenta con unos 48.000 jóvenes investigadores. De ellos, entre 3.000 y 10.000 realizan su actividad fuera del país.

Los datos de Innovacef revelan que el nivel de confianza de los jóvenes españoles en el sistema de I+D+i nacional es de 4,3 puntos sobre diez. Aunque la cifra es ligeramente superior a la del año previo (4,2), refleja la desconfianza que aún sienten los investigadores hacia nuestro sistema.

Ninguno de los indicadores que se incluyen en el estudio consiguen el aprobado, siendo los aspectos relacionados con la gestión de la I+D+i (organización de personal y mercados y cooperación) los que logran menos puntos. En Galicia, Cataluña y Valencia encontramos a los investigadores que más confianza tienen en el sistema.

Esta última edición del estudio también analiza las expectativas laborales para el nuevo personal investigador que, aunque se han incrementado, no cambian la estructura de contratación existente en nuestro país. «Siguen existiendo grandes dificultades para que los jóvenes investigadores accedan a una beca o un contrato postdoctoral. Persiste el círculo vicioso, por el cual conforme se va necesitando personal investigador se emplea a nuevos becarios que, por un menor salario, continúan con el trabajo que estaban realizando sus antecesores hasta que alcanzaron el título de doctorado», explica Pedro Aceituno.

«Prácticamente, las únicas alternativas para los nuevos doctores son la precariedad laboral en España o continuar dicha carrera en otros países, que son los grandes beneficiarios del esfuerzo investigador español, en una cuestión difícilmente entendible, si se pretende avanzar en la sociedad del conocimiento y superar lo antes posible la actual crisis económica».

UE y USA

Si analizamos la presencia de los investigadores españoles en el extranjero, ésta se produce principalmente en países pertenecientes a la Unión Europea y en Estados Unidos.

Suiza, Reino Unido y EE.UU. son los tres países que más confianza despiertan a nuestros profesionales. Como señala Pedro Aceituno, «los resultados son demoledores y se pueden sintetizar básicamente en que en el extranjero apoyan más a nuestros científicos, y están obteniendo y van a obtener mejores resultados de ellos, lo que provocará que continúe la tradicional fuga de cerebros españoles».

Si nos fijamos en lo que opinan los investigadores nacionales que trabajan fuera, sus respuestas superan las dadas por los que trabajan aquí en todos los indicadores, consiguiéndose como mínimo el aprobado (los únicos que no lo alcanzan son la financiación privada, las patentes y la acción comercial).

«Deberíamos fortalecer las Oficinas de Transferencia de Resultados y ayudar a nuestros jóvenes investigadores con una mayor formación y diseñándoles una carrera profesional adecuada, que permitiera aprovechar el conocimiento que están alcanzando en beneficio de la economía y la sociedad española», concluye el coordinador de estudios del CEF, Pedro Aceituno.

La generación mejor preparada

La actual generación de jóvenes científicos es «la mejor preparada en la historia de España». Así lo afirmaba el catedrático de Historia de la Ciencia de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y miembro de la Real Academia Española, José Manuel Sánchez Ron, durante su participación en el ciclo de conferencias ‘Historia de la Universidad Internacional de Verano en Santander (1932-1936)’. Según sostiene el propio José Manuel, para lograr este objetivo, las instituciones y la industria científica «deben permitir que en un futuro esta generación dé el fruto que cabría esperar».

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