Todos hemos tenido alguna vez una idea de negocio aparentemente brillante. Pero de los muchos proyectos
de empresa que circulan por los ambientes económicos y profesionales, sólo algunos llegan a ver la luz. Y aún son menos los que sobreviven a los primeros años. ¿Cómo puedes saber si tu idea será una de las triunfadoras?

No existen fórmulas mágicas para crear una empresa. Pero los negocios que llegan a tener éxito acostumbran a reunir varias de las siguientes características:

  • Operan en sectores de actividades emergentes: fundamentalmente, los relacionados con servicios y nuevas tecnologías.
  • Tienen una clara orientación al mercado, están
    especializados en un sector concreto de clientes y ofrecen
    un valor añadido para el usuario que les diferencia de sus competidores.
  • Son viables económicamente a medio plazo, lo que
    les permite generar recursos suficientes para financiar el crecimiento de la empresa.
  • Cuentan con un equipo humano altamente cualificado y comprometido
    con el proyecto. Muchos inversores prefieren apostar por un equipo
    «de primera» con una idea «de segunda» que por un equipo menos cualificado con una idea genial.
  • Parten con una planificación detallada basada
    en un análisis del mercado: tienen un plan de empresa, estrategia
    de marketing e incluso un plan de contingencias que prevé los pasos a seguir si algo va mal.

Las causas por las que fracasan las empresas son siempre variadas. Pero conviene conocer algunos de los errores más habituales para no caer en ellos:

  • Falta de orientación al mercado: a menudo no se
    tienen suficientemente en cuenta las necesidades reales de los
    consumidores.
  • La fiebre del fundador: el «enamoramiento romántico»
    del emprendedor con su proyecto puede llevarle a no reconocer sus defectos.
  • Escoger mal a los compañeros de
    viaje: es un error muy habitual rodearse de personas con las que
    se tiene una amistad muy estrecha sin tener en cuenta si están o no suficientemente capacitadas.
  • El «mal de piedra»: las inversiones
    en activos superfluos, como oficinas céntricas, coches
    de lujo o mobiliario, perjudican la imagen del emprendedor ante
    socios e inversores potenciales, porque dan la sensación
    de despilfarro. Y, con frecuencia, acaban provocando un endeudamiento fatal.
  • También es posible morir de éxito:
    si no se ha previsto cómo responder a una gran demanda
    por parte del mercado, puede ocurrir que la empresa se vea desbordada y fracase.

Hemos visto algunas de las características
ideales en un proyecto de empresa. Pero la auténtica clave
suele ser el factor humano. Éstos son algunos de los
rasgos más habituales en los emprendedores de éxito:

  • Creatividad.
  • Orientación al logro.
  • Perseverancia.
  • Autonomía e independencia.
  • Liderazgo.
  • Propensión moderada a asumir riesgos.
  • Tolerancia al fracaso.
  • Flexibilidad para adaptarse a los cambios.
  • Habilidades de comunicación.
  • Capacidad de trabajo.

Los expertos coinciden también en la importancia del autoconocimiento. El emprendedor ha de ser muy consciente de sus capacidades y sus
limitaciones. Y debe reflexionar sobre su vida privada para tratar de compaginarla con uno de los proyectos profesionales más absorbentes que existen: poner en marcha una empresa.

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