¿Por qué el Zen puede ayudar a los profesionales? Francesc Miralles, coautor de ‘El Zen de la empresa’ explica que cuando el budismo llegó al Japón se hizo una depuración e interpretación del mismo que es la que se conoce como Zen, y que se centra sobre todo en la búsqueda del vacío. La simplicidad es su base, así como la idea de que para crear algo nuevo es necesario espacio, por eso primero hay que vaciar. Y en un mundo tan complejo como el nuestro y en constante cambio, la simplicidad (que no el simplismo) puede ser de gran ayuda.

El reencuentro con lo esencial ha de empezar por uno mismo, y tal como afirma el autor, «cualquier mejora que logre en su persona conducirá automáticamente a una mayor eficacia de los colaboradores -a través de su dirección- y a la buena marcha de toda la corporación». Miralles da pistas para lograrlo.

Las claves del Zen

  • Trabajar aquí y ahora. Analizar una y otra vez lo que falló en el pasado no siempre es útil para resolver lo que sucede en el presente. Es mejor no perder el tiempo y centrarse en el ahora. Tampoco sirve de nada angustiarse por el futuro.
  • Debemos ver las crisis como una oportunidad, desde esa perspectiva seremos capaces de crecer y movilizar todos nuestros recursos personales.
  • Un buen directivo debe transmitir seguridad a través de una línea de trabajo clara, racional y realista. Debe adaptarse a cada situación y huir de las posiciones rígidas. Ha de desarrollar la empatía para entender las dificultades y motivaciones de sus colaboradores y ayudarlos a crecer.
  • Un líder debe procurar que el trabajo ‘fluya’ y para ello ha de evitar la dispersión y dar la justa medida de responsabilidades a cada persona, ni más ni menos.
  • Los problemas complicados tienen a menudo soluciones sencillas. En el trabajo conviene crear un clima de confianza y responsabilidad, optimizar recursos, buscar objetivos comunes, saber priorizar y no perder el tiempo inútilmente.
  • Cuando surge una dificultad hay que utilizar el sentido común. Antes de tomar medidas drásticas primero hay que averiguar si existe un cuello de botella y desatascarlo. Eso bastará.
  • Ante el bombardeo de información inútil, una cura de silencio de unos minutos al día puede ser un bálsamo. En este sentido, la meditación resulta muy útil.
  • La ética debe estar por encima de todo. El Zen apuesta por quienes aspiran a crear riqueza para ellos mismos, pero también para sus colaboradores a través de un proyecto que mejore la sociedad en la que viven.
  • Hay que centrar los esfuerzos en un solo fin. «Quien persigue dos conejos, no caza ninguno».
  • Ganar es un deporte de equipo y para practicarlo hay que dejar a un lado el ego.
  • El mayor patrimonio que posee un ejecutivo Zen es la confianza que transmite a los demás y su credibilidad. Son un auténtico tesoro.
  • Conviene entrenar el pensamiento lateral, que busca arrojar nueva luz para solucionar problemas. Los mondos (diálogos breves que se establecen entre un maestro y su discípulo) y los koans (cierto tipo de acertijos) ayudan a desarrollarlo.

Francesc Miralles, autor de ‘El Zen de la empresa’

«El Zen ayuda a centrarse en el aquí y ahora»

¿Qué cree Ud. que puede aportar el Zen a empresarios y trabajadores para mejorar su labor?

Zen significa sentado, y esto tiene una gran simbología. La práctica principal en un templo Zen es la meditación y lo primero que te enseñan es a sentarte ante una pared y no hacer nada. El Zen desarrolla la capacidad de concentración y eso es muy importante para el trabajo pues en las empresas de Occidente las personas tienen que hacer muchas cosas a la vez y lo que más les cuesta es acotar el tiempo que han de destinar a cada tarea y centrarse sólo en ella. El Zen ayuda a centrarse en el aquí y ahora y eso hace que aumente el rendimiento, que el trabajo fluya, que nos sintamos bien y el resultado sea mejor.

Centrarse en el aquí y ahora no es nada fácil para un Occidental. Tendemos constantemente a proyectar nuestros pensamientos hacia el pasado o el futuro.

Eso nos sucede porque analizamos el futuro tomando como referente lo que sucedió en el pasado. Estamos encorsetados en la perspectiva del pasado. El Zen nos ayuda a vaciarnos de todo eso para poder incorporar cosas nuevas.

¿Qué enseñanzas del Zen le pueden ser útiles a una persona que conduzca equipos de trabajo?

Para empezar, muchas empresas buscan que un directivo posea sólidos conocimientos técnicos. Ese saber es necesario, pero lo más importante, aunque casi nunca se tiene en cuenta, es que sepa tratar con las personas, que sea un buen psicólogo. Lo que el Zen puede aportar a un directivo son herramientas para que trabaje en diferentes aspectos, por ejemplo, sobre el ego. En ese sentido, el directivo ha de despertar en sus colaboradores un sentimiento de finalidad para que todos remen en la misma dirección y hacia un objetivo común.

El Zen también enseña a desarrollar la empatía o capacidad para ponerse en el lugar de los otros. Para ello uno debe vaciarse de sí mismo, si no las propias pantallas le impedirán comprender las motivaciones de los demás. El Zen es útil asimismo para desarrollar el pensamiento lateral, es decir, entrenarse en otras formas de ver una situación, mirarla con un nuevo enfoque. El bloqueo ante una crisis puede deberse a que miramos la situación desde una única perspectiva.

Hábleme de los koans, ¿pueden ser útiles a la hora de entrenarse para dirigir equipos eficazmente?

Sí, porque ayudan a hallar respuestas que surgen de la intuición, buscan respuestas que vengan de ella. Son acertijos que pueden resultar absurdos, pero resultan de gran ayuda pues tienen como misión abrir nuevos caminos dentro de la lógica trillada y llena de automatismos.

Son muchas las herramientas que el Zen pone al alcance de la persona para progresar personal y profesionalmente.

Es un camino hacia la claridad. Te aleja de la confusión, te ayuda a entenderte a ti mismo, a los demás y al trabajo que realizas, a definir problemas y a solucionarlos.

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