Las lenguas de señas no son simple mímica ni una reproducción visual del lenguaje oral. En la actualidad, la comunicación por signos demanda más profesionales especializados. Ésa es la razón por la que es necesario pasar por una escuela para dominarla correctamente, sobre todo si deseas hacer de ella una carrera profesional.

El XXI es el siglo de la comunicación: las distancias ya no constituyen una excusa para ponerse en contacto con alguien gracias al desarrollo de medios como internet. Si comunicarse con alguien que está en la otra punta del globo ya no es una misión imposible, ¿por qué habría de serlo con los que están más cerca?

Ésta es la razón por la que cada vez son más las personas que se interesan por la lengua de signos.

Históricamente, el primero en analizar las lenguas de señas en términos lingüísticos fue el jesuita español Lorenzo Hervás y Panduro, a finales del siglo XVIII. Lo hizo en su obra Escuela Española de Sordomudos o Arte para enseñarles a escribir y hablar el idioma español, fechada en 1795, es decir, dos siglos antes de que lo hiciera el que se considera padre de la lengua de signos, el norteamericano William Stokoe.

Hay que puntualizar que las lenguas de señas no son simple mímica ni tampoco una reproducción visual de alguna versión simplificada de una lengua oral: tienen su propia gramática, como cualquier otra lengua. Esa es la razón por la que es necesario pasar por una escuela para aprender correctamente la lengua de signos, sobre todo si quieres hacer de ella tu carrera profesional como intérprete.

No existe una única lengua de signos

También hay que puntualizar que, como ocurre con el resto, no existe una única lengua de signos ya que no sólo hay diferencias de unos países a otros sino que, dentro de un mismo país, también existen variedades. Todo esto lo aprenderás en centros de formación especializados, como también otras cuestiones a tener en cuenta. Destacan entre ellas cuestiones como evitar los objetos en la boca que puedan impedir ver con claridad los movimientos, vocalizar siempre y no quedarse parado en punto donde se interrumpa el contacto visual entre personas que están manteniendo una conversación.

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