La entrevista constituye uno de los momentos decisivos del proceso de selección. Y qué mejor forma de enfrentarte a él que una buena preparación.

Adquirir información sobre la empresa es, en este sentido, básico. Y, para ello, la página web de la entidad, la información en la prensa general y especializada y los folletos comerciales se convierten en tus mejores aliados. Ello te proporcionará una visión general de la actividad de la empresa, del sector al que pertenece y de su posición en el mercado, así como sus perspectivas de futuro.

Asimismo, también es fundamental tener información sobre el puesto al que aspirar, pues de este modo podrás destacar las habilidades y conocimientos que poseas y que más se adapten a él. La Fundación Universidad-Empresa es tajante en este sentido y subraya que «si no eres capaz de transmitir tu valía, capacidad, potencial e interés por el puesto y no te muestras tal como eres durante la entrevista, lo más probable es que el puesto sea para otro».

Objetivos claros

Evitarlo es sólo cuestión de preparación. Y no sólo en cuanto a la empresa. Debes tener claro, en este caso, cuáles son tus capacidades, cualidades y competencias para que la empresa sepa, a través de la entrevista, qué le puedes ofrecer.

Deberás demostrar, además, que tienes unos objetivos profesionales muy definidos y demostrar el porqué de tu elección. Es decir, por qué has elegido esa empresa y no otra de mayor o menor tamaño. En este sentido, también es importante que aclares al entrevistador cuál es la función que te gustaría desempeñar en la empresa, así como las expectativas que tienes en ella y el plazo en el que esperas alcanzarlas.

Modestia y serenidad

El comportamiento a lo largo de la entrevista es otro de los puntos a favor del candidato si es el adecuado. En este caso, adoptar una postura formal y seria es lo más aconsejable para alcanzar tus objetivos.

Además, y aunque es conveniente que en la entrevista te ‘vendas’ muy bien, debes evitar llegar a la exageración y la arrogancia, pues no serán bien recibidas por el entrevistador, al igual que los datos referentes a tu vida personal.

De la misma forma, tampoco deberás reconocer que no posees determinados conocimientos, ausencia que podrás sustituir haciendo referencia a tu capacidad de aprendizaje. Esto sumará puntos a tu favor.

Para responder a lo básico

Una buena preparación servirá para hacer frente a las preguntas más comprometidas de una entrevista, que suelen ser:

  • Explíqueme algo sobre usted.
  • ¿Qué le hace mejor que el resto de candidatos?
  • ¿Por qué quiere trabajar con nosotros?
  • ¿Por qué quiere cambiar de empresa?
  • ¿Qué hace en su tiempo libre?
  • Cuestiones personales (¿está casado/a? ¿tiene intención de quedarse embarazada?).
  • ¿Cuáles son tus expectativas económicas?
  • ¿Qué proyecto de futuro tiene a tres o cinco años vista?
  • ¿Cuáles son sus mayores defectos?
  • ¿Qué significa para usted el trabajo?
  • ¿Tiene alguna pregunta?

El cuerpo también se examina

La comunicación no verbal es otro de los puntos que hay que cuidar a la hora de enfrentarse a una entrevista de trabajo.

Lo que digas y cómo lo digas será fundamental para el desarrollo de una entrevista de trabajo. Pero también lo será tu comportamiento. Y es que tus gestos y movimientos hablan por ti, y el entrevistador toma buena nota de lo que dicen.

No obstante, no debes obsesionarte con ello ni intentar controlar cada movimiento que realices, pues eso haría intuir cierto nerviosismo. Para comenzar, lo más conveniente es sentarse en posición recta o cruzando mínimamente las piernas. Las manos, por su parte, pueden mantenerse entrelazadas, aunque la trayectoria de la conversación determinará el comportamiento que demuestres en su desarrollo.

Por partes

Aunque cada gesto debe interpretarse en su contexto, existe una serie de pautas generales relacionadas con determinados comportamientos:

  • El cuerpo. Se distingue, sobre todo, entre cerramiento y apertura. Síntomas del primer caso son los brazos cruzados protegiendo el cuerpo o las piernas cruzadas con el tobillo de una pierna encima de la rodilla de la otra. Estos gestos denotan tensión.

    Por el contrario, las piernas abiertas pueden denotar una cierta relajación, aunque si es de forma exagerada, esa relajación puede transformarse en desinterés o mala educación.

  • La mirada. El primer encuentro con otra persona se hace a través de los ojos. Por lo general, después de mantener unos segundos la vista fija, lo normal es bajarla o cambiarla. Sin embargo, si se mantiene, el entrevistador puede interpretarlo como un gesto desafiante, aunque mantenerla fija mientras éste habla denota interés por lo que dice.

    Desviar la mirada mientras el entrevistador habla demuestra desinterés, mientras que hacerlo antes de comenzar a hablar puede hacer intuir al entrevistador que te has preparado lo que vas a decir o que es fruto de una reflexión.

  • Las manos. Son protagonistas de nuestros gestos más reveladores, tal vez porque, como no se sabe qué hacer con ellas, siempre terminan haciendo algo. Así, mientras que juguetear con objetos denota nerviosismo e inseguridad y frotarse las manos transmite impaciencia, entrelazar los dedos da muestra de autoridad y voluntad de entendimiento.

    Del mismo modo, girar las manos denota sinceridad y tocar el brazo del interlocutor puede transmitir compromiso. Pero este último gesto puede ser arriesgado, ya que tocar a un desconocido puede ser interpretado por éste como una intromisión a su espacio personal.

  • La cabeza. Es común hacer un movimiento de afirmación para dar a entender que se está entendiendo lo que el entrevistador dice. Sin embargo, si se hace de forma frecuente, puede parecer que queremos que el interlocutor acabe pronto de hablar.

    Un gesto hacia adelante puede dar muestras de que estamos escuchando, y si, además, inclinamos la cabeza, transmitimos que escuchamos con interés.

¿Solo o en compañía?

En las entrevistas en grupo suele estar presente un psicólogo que analizará el comportamiento de los candidatos asistentes para averiguar cuál es el que mejor puede adaptarse al puesto vacante.

Con independencia de la modalidad concreta de entrevista, ésta puede llevarse a cabo de forma individual o colectiva. El primer caso es el convencional: el encuentro cara a cara con el entrevistador, que hará una serie de preguntas al candidato.

Sin embargo, existe la posibilidad que la entrevista se efectúe de manera colectiva. Es decir, el entrevistador se reunirá con un grupo de candidatos (por lo general, entre cinco y diez) para observar su comportamiento. De hecho, es frecuente que en esta modalidad esté presente un psicólogo, que analizará las reacciones de cada candidato sin intervenir. Se fijará en quién habla y cómo lo hace, quién organiza el grupo, quién está callado, etc. Diseñará, en definitiva, un perfil de cada uno para evaluar su capacidad de relación y su comportamiento en público.

Sólo así podrá averiguar qué candidato de los presentes encaja con las características del puesto vacante.

Sin dejarte influir

Por lo general, este tipo de entrevista se realiza cuando hay un número muy elevado de candidatos para un solo puesto o, simplemente, cuando éste lo requiere. No obstante, el hecho de que haya más candidatos junto a ti no tiene que influir en tu comportamiento. Muéstrate tal como eres, te hará sumar puntos.

Conviene que seas espontáneo y no tener en cuenta las respuestas y opiniones de los demás. Eso sí, mantén siempre una actitud de respeto hacia éstas, aunque eso no impide que si no estás de acuerdo con algo lo manifiestes.

Y, ante todo, habla y participa. Debes mostrar una actitud dinámica y capacidad para mantener una conversación. Pero no acapares toda la atención: deja que los demás hablen y presenten su opinión. De hecho, puedes incluso invitarles a participar.

© Laboris