Si en algo nos encontramos a la cola de Europa es en el tema de la flexibilidad laboral, magnitud en la que con nueve por ciento de media, las empresas españolas quedan bastante alejadas del 23 por ciento de media del resto del continente. Si le añadimos las escasas posibilidades de conciliación, la baja productividad y la media de natalidad cada vez más reducida, el panorama no resulta nada alentador.

Pero hay entidades y empresas que, poco a poco, tratan de cambiar esta situación. Es el caso de la Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE) que, los pasados 6 y 7 de noviembre, celebró en la Universidad CEU San Pablo de Madrid su ‘II Congreso para Racionalizar los Horarios Españoles’.

Esta iniciativa, celebrada por segundo año consecutivo, es uno de los pasos «en el largo y complejo camino para cambiar los horarios», señalaba el presidente de ARHOE, Ignacio Buqueras y Bach. Y no lo tienen muy fácil ya que, en este tema, España representa una «singularidad» en Europa, pese a que está más que demostrado que la productividad no es una consecuencia directa del hecho de estar en la oficina. De hecho, los españoles trabajamos más que el resto de europeos pero producimos menos.

Una de las participantes en este congreso, la consejera de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid, Ana Botella, destacaba este punto además de señalar que «es imposible pensar en la misma organización laboral que hace 40 años, cuando la familia de hoy no tiene nada que ver con la de hace cuatro décadas».

Una de las soluciones al problema de los horarios viene de la mano de la conciliación, la eterna tarea pendiente de las compañías. ¿Y tan difícil es de alcanzar? Para el presidente del Círculo de Empresarios, Claudio Boada, «la conciliación es un instrumento que, desde el punto de vista empresarial, incrementa la productividad de las compañías».

Cambiar el chip

Pero para conseguir conciliar, hay que comenzar por cambiar la mentalidad tanto de empleadores como de empleados. Esta es la opinión de la presidenta de IBM en España, Portugal, Grecia, Italia y Turquía, Amparo Moraleda. «Se requieren profesionales más maduros. Los directores deben asumir que sus trabajadores están haciendo su trabajo, y los trabajadores deben ser capaces de hacer su trabajo sin la vigilancia constante de su superior».

De este modo, ambas partes podrán aprovechar al máximo las posibilidades ofrecidas por las nuevas tecnologías de la información para desvincular casi por completo la actividad profesional del puesto de trabajo. «Conciliar no es trabajar menos. Hay que valorar el tiempo que se pasa en el trabajo, no como un fin en sí mismo, sino como un medio para alcanzar objetivos».

Recomendaciones de futuro

Los expertos han elevado un abanico de consejos que deberían aplicar las empresas para avanzar en la racionalización de los horarios.

El ‘II Congreso para Racionalizar los Horarios Españoles’ giró en torno a cuatro temas principales: dar valor al tiempo, el reto de la conciliación, la productividad como asignatura pendiente y la conciliación ya no es rentable. Tras las dos jornadas de debate, su Comité Ejecutivo elaboró una serie de recomendaciones vinculadas a cada uno de estos apartados.

  • Dar valor al tiempo. Para conseguirlo hay que tomar conciencia de la importancia de valorar el tiempo, al tratarse de un bien escaso. Éste debe invertirse en transmitir valores, racionalizarlo en función de los sectores y tipos de empresa, y debe atender a tres necesidades básicas: el de trabajo, el de mantenimiento personal y el de libre disposición.

    Todas las empresas deben contar con una política de respeto en este punto, debe incorporarse la puntualidad como pauta cultural y exigencia ética. Y, en último lugar, hay que reconocer el tiempo de trabajo no remunerado.

  • El reto de la conciliación. Aquí hay que destacar que la salud de la familia y de la sociedad vendrán determinadas por el uso de los horarios y que la flexibilidad ha de ser una política fundamental en la conciliación.

    Las pymes deberían aprovecharla para diferenciarse y aumentar la competitividad, y se aunarán esfuerzos entre los sectores público y privado y la sociedad.

    Al ser la familia el pilar de la conciliación, hombres y mujeres deben contar con todo lo necesario para que se les facilite la vida laboral. Se debe transmitir el valor del tiempo desde la infancia y hay que respetar la edad de los mayores.

Productividad y rentabilidad

  • La productividad como asignatura pendiente. Desde el Comité Ejecutivo advierten de que conciliar no es trabajar menos sino hacerlo de forma más eficiente, usando las capacidades de forma más racional. De este modo, un nuevo factor productivo clave, cuando de evaluar la competitividad de la empresa se trata, es la calidad laboral.

    El aumento de la productividad también viene motivado por el incremento de las buenas relaciones y la confianza, sin olvidar que la conciliación reduce el absentismo y la rotación laboral, consiguiendo una mejor imagen de la compañía, tanto interna como externamente.

    Además del cambio en la organización del trabajo que implica la conciliación, las relaciones laborales exigen una mayor madurez entre todos los actores que están implicados en la misma.

  • La conciliación ya es rentable. El aumento de las relaciones entre la empresa y la familia mejoran la calidad del empleo y conducen a una mayor flexibilidad. En este punto también se recomienda incrementar el apoyo a las familias de los empleados y al desarrollo y competencia profesionales.

    Del mismo modo, hay que practicar una política de igualdad de oportunidades y se debe fijar y retener el talento, al tratarse del verdadero activo con el que han de contar las organizaciones.

    Las empresas deberían aplicar sus mayores esfuerzos en las personas que las componen. Además, la flexibilidad debería basarse en tres ejes: conciliación, diversidad y bienestar.

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