Un reciente estudio del Centro de Estudios Financieros (CEF) señala cuáles son los comportamientos de los jefes que más irritan a sus colaboradores. Los diez que copan el ranking son no comunicar con claridad los objetivos, no motivar, no comunicar bien, no escuchar, no liderar sino mandar, no enseñar sino formar, contradecirse con frecuencia, incompetencia directiva, no gestionar bien su tiempo ni el de sus colaboradores y estresarse con frecuencia.

Los datos se extraen de una encuesta realizada entre casi 3.200 personas a las que se les ofreció una lista con 34 posibles comportamientos de los jefes que les podían irritar. Los cinco menos señalados son: no ser asertivos, ser distantes y altaneros, ser unos ‘robamedallas’, no implicarse y ser lento en la toma de decisiones.

Con este estudio se pretende que los jefes cambien de actitud, para mejor. Según explica el director del mismo, además de psicólogo y profesor del Master en Dirección de Recursos Humanos del CEF, Ángel Fernández Muñoz, «que hagan un examen de conciencia con el fin de erradicar esos comportamientos. Sus colaboradores se lo agradecerán. Y su empresa saldrá ganando».

Estudios y edad

De los participantes en la encuesta, ocho de cada diez cuentan con formación universitaria y el 45 por ciento es, a su vez, jefe (tiene personas a su cargo). La edad sí que ha sido un factor importante a la hora de contestar. Cuanto mayor es el trabajador, más crítico se muestra con los temas de comunicación interna.

Igualmente, quienes tienen gente a su cargo, quizás por el hecho de tratarse de jefes también, critican mucho menos a sus superiores directos.

El sexo no es un factor determinante en la respuesta, produciéndose las mayores diferencias en temas como el potenciar la creatividad (señalada más por ellos que por ellas) y el estresarse con frecuencia (también más señalada por los hombres).

El estudio concluye con un mensaje positivo, ya que todas las conductas que aparecen en el mismo pueden modificarse. «Para ello es preciso reconocer, previamente, la necesidad de dicha modificación. Y, antes aún, saber qué comportamientos resultan irritantes para los colaboradores propios», afirma Ángel Fernández Muñoz. «Todos estos comportamientos de los jefes, además de irritantes, son una polilla que va minando la rentabilidad de las empresas. Porque estos comportamientos no son inocuos sino que merman el rendimiento de sus subordinados. Por lo tanto, bien podemos calificarlas de ‘toxinas organizativas’, que se van esparciendo y prosperando en la organización. ¿Resultado? Intoxicación colectiva».

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