El Salario Mínimo Interprofesional (SMI) es siempre objeto de debate. Y más si supone un factor diferencial entre sexos, como ocurre en España. Y es que, en este caso, el doble de mujeres que de hombres cobra el SMI. En concreto, el 1,1 por ciento de las mujeres asalariadas lo reciben, frente al 0,6 por ciento de los hombres.

Así lo pone de manifiesto el último Euroíndice Laboral IESE-Adecco, que subraya, además, que la diferencia que existe en España es «proporcionalmente» menor entre los países europeos analizados. El 5,6 por ciento de las mujeres recibe el SMI, mientras que en el caso de los hombres este porcentaje se reduce al 4,4 por ciento. Aunque la situación española es parecida a la que experimentan otros países europeos, los hay en los que la situación es inversa. Es decir, en los que la mayoría que cobra el salario mínimo es masculina. Es lo que ocurre en Hungría y Malta, en los que las mujeres que cobran el SMI suponen el 5,8 y el 0,9 por ciento respectivamente, frente al 9,9 y 1,7 por ciento de los hombres.

Siete veces mayor que el sueldo búlgaro

Pero no nos alarmemos. Al menos nos queda el consuelo de que en España el porcentaje de trabajadores que cobra el salario mínimo es el más bajo de los países analizados por Adecco. El de las mujeres es, sin embargo, el segundo, sólo por detrás de Malta.

Además, el sueldo mínimo interprofesional de los españoles se sitúa, según el informe de la ETT, en la novena posición de los 22 estudiados. En concreto, el SMI español alcanza un valor intermedio de 666 euros al mes, siete veces más alto que el sueldo búlgaro, situado en los 92 euros. No obstante, la cifra española es aún la mitad de la más alta, registrada en Luxemburgo, con 1.570 euros al mes.

Discriminación a escala europea

La Comisión Europea también se hace eco de las diferencias salariales que hay entre hombres y mujeres Y es que éstas, en la UE, cobran un 15 por ciento menos que los hombres. Una cifra aún elevada si se tiene en cuenta que en 1995 era del 17 por ciento, dejando en la última década una imperceptible mejora en cuanto a discriminación sexual en el mercado laboral.

Todo ello pese a que el 60 por ciento de los licenciados es mujer, algo que revela que, a pesar de su preparación, el sueldo sigue siendo inferior. De esta situación se desprende, además, que las mujeres no puedan alcanzar puestos destacados aunque estén cualificadas para poder desarrollarlos. De hecho, hay menos trabajadoras en los campos más valorados, como las matemáticas, la tecnología o la ingeniería. Por el contrario, tienden a encontrar trabajos peor pagados de funcionarias, educadoras o trabajadoras sociales.

Y si atendemos a la conciliación familiar, nos encontramos con el ‘más difícil todavía’, pues cuando son madres «las mujeres tienen carreras más desordenadas que son más cortas y, como resultado, cobran menos».

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