Si las cifras pueden dar forma a la importancia de las cosas, las que se refieren a los trabajadores inmigrantes son contundentes. Un total de 2.772.000 extranjeros trabajaron en el Estado español durante 2006 o, dicho de otra forma, los inmigrantes ocuparon el pasado año el 13,9 por ciento del empleo generado en nuestro país.

Los datos pertenecen al Indicador Laboral de Comunidades Autónomas Adecco. La tendencia seguirá creciendo porque las empresas así lo demandan, si nos atenemos a las declaraciones de uno de los hombres que más información tiene sobre la cuestión, el ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Jesús Caldera, que aseguró que la economía española necesitará este año otras 200.000 personas venidas de fuera de nuestras fronteras para cubrir las ofertas de trabajo existentes. Pero el mapa de la inmigración tiene colores muy diferentes.

Así, se puede decir que hay comunidades como Baleares, Madrid y Murcia donde la inmigración tiene más peso en sus economías mientras que Extremadura, Galicia y Asturias son las regiones que menos dependen de la mano de obra inmigrante, según el informe sobre la Inmigración en España elaborado por los Servicios de Estudios de la Cámaras de Comercio.

Los datos del estudio revelan que en Baleares los extranjeros suponen el 18,9 por ciento de la cifra total de ocupados, ocho décimas más que la media nacional situada en el 10,9 por ciento, mientras que, en Madrid, los inmigrantes representan el 17 por ciento del total de la población ocupada y, en Murcia, la cifra se sitúa en el 16,3 por ciento.

A excepción de Baleares, Canarias y Andalucía, donde el grueso de la población inmigrante procede de la Unión Europea, en el resto de España son los ciudadanos de América del Sur, con un 34,9 por ciento de media nacional, los más numerosos, con ecuatorianos (13,3 por ciento) y colombianos (13,3 por ciento) a la cabeza. Los datos nos dibujan situaciones muy diferentes dependiendo de la zona. En Cataluña, la reducción del desempleo entre los años 2001-2005 se cifró en 20.900 personas, pero benefició exclusivamente a la población autóctona, cuyo paro descendió en 63.100 personas mientras que, entre la población extranjera, el desempleo creció en 42.000 trabajadores.

Inmigrantes y salarios

Se ha repetido hasta la saciedad que los inmigrantes vienen a España a ocupar los empleos que rechazan los españoles y que su aparición ha repercutido en los salarios, sin embargo, el último informe mensual de ‘la Caixa’ afirma que el efecto de la inmigración sobre los salarios y las tasas de empleo españolas no es «importante» y que los recién llegados han frenado el crecimiento anual de los salarios sólo en 0,04 puntos porcentuales. El mismo estudio asegura que «si estos nuevos empleados tuvieran las mismas características que los trabajadores medios españoles, la cifra ascendería hasta el 0,7 por ciento, pero añade que los inmigrantes suelen ser más jóvenes y tienen un nivel educativo inferior, por lo que el «efecto real de la inmigración es menor».

Por su parte, el Círculo de Empresarios asegura en su última memoria que la inmigración «ha moderado los salarios españoles» y ha contribuido al alto crecimiento de la economía, pero los trabajadores inmigrantes «se concentran en trabajos de escasa cualificación y generadores de menor valor añadido» como la construcción, a la que se dedican el 16,3 por ciento de los extranjeros o la minería (13,6 por ciento)».

Preocupados por la inestabilidad laboral

Un informe de la consultora ACNielsen, especializada en la investigación de mercados, incluye una muestra de 1.200 personas según la cual la inestabilidad laboral y la salud son las principales preocupaciones de los inmigrantes en España. El estudio afirma que para el 40 por ciento de los inmigrantes la mayor preocupación es el empleo, seguida de la salud, que lo es para el 17 por ciento. El resto de problemas más citados por los inmigrantes son los económicos (7,8 por ciento), la vivienda (7,1), el rechazo de la sociedad española y el racismo (6,5), la educación de los hijos (5,6), las drogas (4,6), la inseguridad ciudadana y el crimen (4,2), el terrorismo (3,5) y, finalmente, el gobierno y los partidos políticos (1,2).

Los caminos para poder trabajar

Varias son las vías que permiten a los trabajadores extranjeros vivir y trabajar en España. El llamado Contingente de Trabajadores Extranjeros permite la contratación programada de personas foráneas que no residan en España.

El Gobierno hace una previsión partiendo de las peticiones de las grandes empresas para lo que se denomina el Catálogo de ocupaciones de difícil cobertura que forman las profesiones en las que no hay españoles en espera de encontrar un empleo. Los trabajadores son seleccionados en sus países de origen a partir de ofertas genéricas presentadas por las empresas. La previsión que ha realizado el Ejecutivo español para este 2007 es de 180.000 trabajadores.

Régimen general

Otro de los procedimientos, más usado por la pequeña y mediana empresa, es el Régimen general a través de contratos nominativos y al igual que con el Contingente se rige por el Catálogo de ocupaciones de difícil cobertura.

Los trabajadores extranjeros también pueden intentar legalizar su situación a través de las vías propuestas por el Reglamento de Extranjería como son el arraigo social o laboral, las circunstancias humanitarias y la reagrupación familiar.

Los inmigrantes pueden acogerse al arraigo laboral demostrando, por ejemplo, que han trabajado de forma irregular, es decir, denunciando al empresario. Según datos de la Secretaría de Estado para la Inmigración, hasta el pasado 30 de septiembre, al arraigo social se habían acogido 2.752 personas mientras que al laboral lo habían hecho un total de 125.

Dentro de los inmigrantes, los peruanos y chilenos disfrutan de los acuerdos que existen entre España y estos dos países lo que les permite, por ejemplo, no tener que pasar por el Catálogo de ocupaciones de difícil cobertura.

Un influjo positivo para el mercado laboral español

Los inmigrantes influyen de forma muy positiva en el mercado de trabajo español, pese al posible recelo que pueda causar su llegada entre la sociedad. De hecho, este colectivo se está convirtiendo en una fuerza laboral muy útil para cubrir aquellos puestos que los españoles no quieren o no pueden cubrir.

«El envejecimiento de la población española es una realidad. De hecho, hay previsiones de que en el año 2030 en torno al 35 por ciento de los españoles serán mayores de 65 años. De ahí que los recursos humanos disponibles en nuestro país sean cada vez menores», explica Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco.

Además, durante las dos últimas décadas, los planes de estudio nacionales han ido muy ligados a los estudios universitarios, cuando realmente hay una gran demanda de formación profesional y escasez de mano de obra productiva. Esto beneficia a sectores productivos como construcción, hostelería, restauración y los servicios en general. Éstos son, precisamente, los principales receptores de los trabajadores inmigrantes. «Este colectivo está aceptando puestos de trabajo que los españoles no quieren, como los de la agricultura. O de la hostelería, debido a sus horarios y que, cada vez más, el español se está volviendo más cómodo y valora aspectos de conciliación de su vida laboral y familiar».

Preparación formativa

La sobrecualificación de algunos de los inmigrantes que desembarcan en nuestro país tiene una sencilla solución, en opinión de Francisco Mesonero: antes de venir deberían ver si su preparación se corresponde con lo que demanda el mercado. «Ahora mismo estamos llevando a cabo procesos migratorios ligados al sector médico, en cuyos casos cuentan con un empleo nada más llegar».

Según los datos de Adecco, el 63 por ciento de los inmigrantes que llegan a España tiene estudios elementales, un 26 por ciento dispone de formación a nivel de bachillerato y el ocho por ciento posee titulaciones medias y superiores. Aquí sería importante la intervención del Ministerio de Cultura, a la hora de acortar los trámites burocráticos para la convalidación de títulos.

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