La mayoría de nosotros hace planes de futuro en casi todas las parcelas de la vida, pero pocos definimos bien el mapa de nuestra trayectoria profesional.

Por eso, a veces dudamos cuando se nos brinda la posibilidad de cambiar de trabajo, pues no siempre tenemos claro hacia dónde vamos y hasta dónde queremos llegar.

Si aún no lo hemos hecho, deberíamos plantearnos ciertas metas, sin esperar a que sea el azar el que guíe nuestro destino en el mercado de trabajo. Cuando sepamos lo que queremos podremos plantearnos un cambio de empleo teniendo en cuenta que:

  • No es lo mismo «irse a tal empresa» que «irse de tal empresa». Quienes se marchan por despecho suelen acabar en paro, pues hoy nadie es imprescindible. A rey muerto, rey puesto. Si te vas, hazlo cuando tengas otro empleo.
  • Sé discreto/a. No comentes que te marchas hasta que estés seguro/a. Entre los compañeros de trabajo suele haber menos personas de confianza de lo que parece. Si corre el rumor de que te vas y luego no lo haces generarás desconfianza y recelos.
  • Visualiza tu nuevo empleo. Infórmate con detalle de cómo es el puesto al que quieres optar. No te preocupes sólo del salario, sino sobre todo de los retos, la dedicación, los riesgos y sacrificios que van ligados a él.
  • Haz un pulso con el mercado laboral. Si hace años que trabajas en una misma empresa puede que las habilidades, actitudes y conocimientos que te hacen «deseable» para ser contratado hayan perdido valor. Prueba a conseguir otro empleo. No basta con que envíes el currículum, deberás ser la persona seleccionada.
  • No confíes en que la formación garantice un trabajo mejor. Si dejas un trabajo para volver a estudiar y pierdes el contacto con el mundo laboral quizá tendrás dificultades para volver a él.
  • Piensa que empiezas de cero. Deberás ganarte el respeto, la credibilidad y la confianza de tus nuevos jefes y compañeros. El prestigio y la consideración que rodea a muchos profesionales no emana de sí mismos, sino del puesto que ocupan.

¿Por qué cambiar?

No eres el primero que cambia de empleo. La mayoría de quienes optan por un nuevo puesto lo hacen por alguna de estas razones:

  • La monotonía de hacer siempre lo mismo en un entorno y sector determinados.
  • La necesidad de crecer profesionalmente cuando tocas techo en una empresa.
  • La mejora de la retribución, sobre todo si no se sitúa en un mínimo aceptable.
  • El desacuerdo con la cultura de la empresa donde trabajas.
  • Una mala relación con tus jefes y compañeros.

Tus derechos y obligaciones

Si has tomado la decisión de cambiar de empleo debes saber que posees ciertos derechos y que también deberás cumplir con ciertas obligaciones. Tienes derecho a:

  • Solicitar a la empresa donde trabajas que certifique tu itinerario profesional. No está obligada a hacerlo, pero no tendría por qué negarse.
  • Pedir a los representantes sindicales de tu empresa que revisen el saldo finiquito antes de que lo firmes. Debe contener el salario y las retribuciones del mes corriente y la parte correspondiente a vacaciones, posibles extras, primas, etc.
  • Firmar el saldo finiquito con reserva a los incrementos pendientes del convenio colectivo. Si el convenio anual no se ha firmado cuando dejas la empresa, una vez sea firme puedes reclamar el dinero que te corresponde por la revisión salarial de los meses que trabajaste. Para ejercitar este derecho debes dejar constancia por escrito.

Tus obligaciones con la empresa que abandonas son las de:

  • Avisar de tu cese voluntario con el período de antelación establecido. Suelen ser quince días pero en algunos sectores son veinte o más.
  • No estás obligado a justificar por carta los motivos que te llevan a dejar la empresa, aunque quizá ésta te lo pida.
  • Si ocupas un cargo directivo, puede que hayas firmado una cláusula por la que te comprometes a no trabajar en empresas de la competencia. Si es así, deberás respetar el compromiso.

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